miércoles, 10 de enero de 2024

La profecía del águila caída.

Cuenta la leyenda, que en el Imperio del Tahuatisuyo, durante una ceremonia al Dios Inti, en el reinado de Huayna Capac, se presentó en el firmamento un águila perseguida por cuatro halcones, quienes la atacaron y cayó al suelo. La corte y el Emperador trataron de proporcionarles todos los auxilios; pero en pocos días el águila murió. Según presagio de los adivinos incas, los laicas, dentro de poco tiempo se presentarían guerras entre la realeza, derramamiento de sangre y el fin del Imperio. 

A la muerte de Huayna Capac, sus hijos Huascar-gobernante del sur con capital en Cusco- y Atahualpa-gobernante del norte con capital en Quito- entraron en guerra civil, para disputar la unificación del Imperio. Atahualpa resultó vencedor; pero hombres procedentes  del Mar del Norte, de tez blanca, barbados, con extrañas armaduras -desconocidas para los incas- así como extraños animales que servían para transporte de personas y carga, llegaron a las tierras del Tahuantisuyo dispuestos a asentarse a nombre de su Emperador, Carlos I de España y V del Sacro Imperio.

Los españoles, quienes venían del Mar del Norte, lograron encontrar el Mar del Sur, en 1.513, por las exploraciones del Vasco Núñez de Balboa, en el Istmo de Panamá. Los aborígenes de la región hablaban de un reino rico en el sur. Desde entonces, los hijos de Santiago buscaron las formas de crear una empresa de conquista, para apoderarse de ese grandioso reino.

En 1.522 Pascual de Andagoya, atravesó la región de Chocó, donde llegó hasta el río San Juan, en las actuales tierras de Colombia. Al caer enfermo, se vio obligado a volver a Panamá; pero relató las historias de los nativos del reino del Birú o Pirú, el cual alentó los ánimos del Gobernador Pedro Arias Dávila. El interesado en promover una expedición a dichas tierras, fue el Capitán Francisco Pizarro, quien se dedicó a crear una empresa de conquista, en asocio con el también Capitán Diego de Almagro, el sacerdote Hernando de Luque y el licenciado Gaspar de Espinosa, quien financió la expedición de manera oculta. 

Bajo autorización de Pedrarias Dávila, Pizarro, jefe militar de la expedición, partió en 1.524 a las tierras del sur. El primer viaje duró un año, con grandes penalidades para Pizarro y Almagro, quienes se embarcaron por separado. De Panamá se dirigieron a las islas Perlas. Desembarcaron en Puerto Piñas. Siguieron hasta Puerto de Hambre, porque se les agotaron las provisiones. Envió Pizarro a Gil de Montenegro, para recoger alimentos en las islas Perlas. Al regresar Gil, ya habían muerto 30 expedicionarios. Se embarcaron al Fortín del Cacique de las Piedras, donde fueron recibidos con una lluvia de piedras y lanzas. Los españoles decidieron reembarcarse a Chochama, ubicado en el sudeste de Panamá. Almagro, por su parte, al llegar  al Fortín del Cacique de las Piedras, fue atacado por los indígenas. Ordenó atacar el fortín, el cual fue incendiado. Partió para Islas Perlas. Enterado que Pizarro había embarcado a Chochama, decidió reunirse con su socio, donde juraron volver. Era el año 1.525.

En 1.526 emprendieron una nueva expedición con mejores resultados; aunque sin completarse.  Partieron de Chochama hacia el rio San Juan. Almagro volvía por refuerzos a Panamá. Bartolomé Ruiz, piloto de buques, descubrió indios tumbesinos en su viaje de exploración hasta Coaque. Con ello, puso en evidencia la existencia del reino del Tahuantisuyo. Pizarro se dirigió a la Bahía de San Mateo y al río Santiago. Llevó a sus hombres a la isla del Gallo, quienes se encontraban inconformes. Envió a Almagro a Panamá, con dos barcos. A fines de 1.527, el Gobernador Pedro de los Ríos, envió a Juan Tafur a recoger a todos los hombres. Entonces, Pizarro en la isla del Gallo, trazó una raya en la arena, invitando a aquellos que quisieran seguir con la expedición, dar un paso al frente. Solo trece se atrevieron a la empresa cometida.  Se desplazaron a la isla de Gorgona, donde estuvieron seis meses. Los trece esperaron al piloto Ruiz, en 1.528, a quienes convencieron de proseguir al sur. En su marcha, llegaron a la isla de Santa Clara y de ahí a Tumbes, donde encontraron una ciudad con fortalezas y murallas. Pizarro navegó el reino tributario de Chimor, hasta la desembocadura del río Santa. Volvió a Panamá con buenas noticias. 

Ante la negativa del Gobernador de autorizarle una nueva expedición, Pizarro viajó a España, donde el Rey Carlos I, en Toledo,  le firmó las capitulaciones para ser Gobernador de las tierras conquistadas y un sueldo de 725.000 maravedíes; mientras Almagro y Luque serían nombrados Gobernador y Obispo de la ciudad de Tumbes.  

Al llegar a Panamá, Pizarro emprendió una tercera expedición, en 1.531. Zarparon tres naves, 185 hombres y 37 caballos.  Llegaron a Tumbes. Partió para el sur. Fundó la Villa de San Miguel, como lugar para recibir los refuerzos que enviaba Almagro de Panamá. En Paita, recibió una legación de Huascar, con el ánimo de apoyarlo en la guerra contra Atahualpa, usurpador del trono. Dicha noticia fue aprovechada por Pizarro, para lograr el sometimiento del Imperio.  Así mismo, recibió una invitación de Atahualpa, en la ciudad de Cajamarca. El nuevo Inca, pretendió demostrar su poder, con la intención de aniquilar la expedición; pero la astucia de Pizarro, estropeó los planes del usurpador. 

El conquistador español ordenó esconder sus soldados estratégicamente en la ciudad, la cual se encontraba vacía. En noviembre 16 de 1.532, al llegar  el Emperador con su comitiva, el fraile dominico Fray Vicente  Valverde, le enseñó una Biblia al Sapa Inca. Éste al observarla y desconocer el contenido, la arrojó al suelo. Valverde se indignó, acusó a Atahualpa de herejía. Pizarro dio la orden de ataque. En ese instante, salieron las tropas españolas con sus caballos, dispararon sus arcabuces, generaron pánico entre la comitiva. la cual fue acribillada. Atahualpa estuvo a punto de correr la misma suerte por un soldado castellano; pero fue detenido por Pizarro.

Con la captura de Atahualpa, Pizarro pudo manejar el Imperio a su antojo. Logró que el Emperador inca le entregara una inmensa cantidad de oro y plata a cambio de su rescate. Para ello, propuso llenar de metales preciosos la habitación donde se encontraba. Los Generales del vencedor de la guerra civil, capturaron a Huascar. Enterado Atahualpa, ordenó su ejecución, con el fin de evitar alianzas con los españoles. Al saber de lo sucedido, los castellanos ejecutaron a Atahualpa por fratricidio, incesto y usurpación.

Pizarro marchó a Cusco. Se alió con las tropas de Huascar -denomidados los huscaríes- para enfrentar las tropas de Quito. El 15 de noviembre de 1.533, después de varios combates victoriosos contra los partidarios de Atahualpa, entró a la capital del Imperio. Nombró a Manco Inca Yupanqui, hijo de Huascar, nuevo Sapa Inca, un Emperador títere de Pizarro. En 1.535, éste fundó la ciudad de Lima, la nueva capital del Imperio.  Pero al ver los saqueos que los españoles cometían a los templos; así como otro tipo de abusos sobre sus mujeres, Manco Inca entró en rebelión contra los españoles. Se dio un gran levantamiento, donde sitió Cusco y Lima. En el norte los partidarios de Atahualpa, bajo el mando de Rumiñahui, propiciaron un nuevo alzamiento. Pizarro envió a Sebastián de Belalcázar al norte, quien con el apoyo de los indios cañaris, doblegaron  a Rumiñahui y refundó Quito. Mediante la alianza de las etnias chancas, chachapoyas, huancas, los españoles lograron vencer a Manco, quien no logró apoderarse ni de Cusco ni de Lima. La llegada de Almagro, desde el sur, quien venía de explorar las tierras de Chile, sopesaron la situación, favoreciendo la balanza a los súbditos de Carlos I. Pero el socio de Pizarro, cansado de no recibir recompensas favorables, se apoderó de la capital inca, lo cual llevó a una guerra entre sus partidarios y los de Pizarro. Almagro fue derrotado y ejecutado. Como consecuencia, los partidarios de Almagro asesinaron a Pizarro, así como se apoderaron del gobierno.

Esto llevó a la Corona de España a enviar a un funcionario con tropas-Cristóbal Vaca de Castro- donde derrotaron  y ejecutaron a los almagristas, incluyendo el hijo de Almagro. Se nombró a un Virrey -Blasco Núñez Vela- ejecutado por Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco, opuesto a las Leyes Nuevas, donde el Rey, Carlos I, sustituyó las Gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva Toledo, por el Virreinato del Perú. Desde entonces, los Pizarro dejaron de ser Gobernadores a perpetuidad del nuevo Imperio conquistado. Como reacción, el nuevo Virrey Pedro de La Gasca, derrotó a Pizarro, quien fue ejecutado por alta traición al Rey.   

Manco huyó a Vilcabamba. Fue asesinado por los partidarios de Almagro refugiados en la misma ciudad, a cambio de una recompensa y perdón ofrecido por el Virrey. Éstos fueron quemados por los Generales incas. La rebelión continuó hasta 1.571, dirigidos por Tupac Amarú I, quien fue derrotado por las tropas enviadas del Virrey Francisco Álvarez de Toledo.  Luego, sería ejecutado en Cusco.  

La conquista del Perú fue uno de los hechos más singulares en la historia universal. El Imperio del Tahuantisuyo como el Mexica corrieron la misma suerte de ser sometidos a un nuevo imperio, después de haber dominado a otros reinos y culturas. La audacia de Pizarro, probablemente asesorado por Cortés, llevó al castellano a conquistar una civilización en auge de expansión territorial.  Mediante las alianzas concertadas con las tribus enemigas y rivales de los incas, España aplicó el viejo adagio "el enemigo de mi enemigo es mi amigo".  Un nueva era surgió: la unión del mundo andino-indígena  y europeo-atlántico, el cual españoles e incas compartieron durante trescientos años. Expresiones de sincretismo, donde se entremezclan los rituales paganos incas con los judeo-cristianos españoles perduran hasta nuestros días, lo cual ha forjado la identidad de los habitantes de los Andes que habitan las tierras del antiguo Imperio del Tahuantisuyo. Los hijos del Sol fueron sometidos por el Imperio del Sol.   


Las expediciones de Pizarro.




Captura de Atahualpa



                                                                                 

Francisco Pizarro.
 



  

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